martes, 15 de junio de 2010

postheadericon Claves del desarrollo humano

Desde la antigüedad, el hombre ha tratado de lograr el desarrollo humano como un objetivo básico y esencial para sí mismo y para el colectivo social al que pertenecía.

Muchas han sido las vías por las que lo ha intentado, sin embargo, la mayor parte de ellas han fracasado, particularmente en Occidente, debido a que se ha mal entendido el desarrollo como una acumulación de riquezas materiales y bienes, sin otra función primordial, más que la acumulación de poder.

Oriente en cambio, ha comprendido en efecto los principios básicos que debían regir este objetivo, basado más en el desarrollo interior de la persona, que en la acumulación de atributos exteriores.

En este momento, podríamos cifrar dos resultados muy distintos entre ambas civilizaciones, así pues, mientras Occidente se debate entre el fracaso y la ruina del sistema capitalista que NO ha logrado más desarrollo humano fuera de lo aparente, poniendo en duda el sentido de ello, Oriente sigue afianzando su crecimiento, pero sobre todo, su desarrollo humano, incluso desde el punto de vista económico, más allá de todo lo previsible.

Las razones de esta divergencia no pertenecen a lo que los especialistas en economía occidentales se afanan en demostrar, achacando los errores a la falta de planificación, al despilfarro o a un exceso de nivel de vida, incompatible con las sostenibilidad del sistema. Las razones están basadas en algo mucho más simple que todas esas cábalas, y pertenece a fueros íntimos que tienen que ver con el concepto de vida, felicidad, satisfacción y plenitud del individuo, que afecta decisivamente al conjunto de la sociedad de la que forma parte.

Si analizamos el paradigma occidental, acumular riquezas, bienes y comodidades, todo ello basado en el consumo de la gran masa, podremos detectar fallos garrafales, porque ya desde el inicio resulta evidente que ningún individuo es feliz por el simple hecho de consumir, o quizás sería más preciso decir que, ningún individuo puede sentir plena satisfacción y realización en el mero hecho de disponer de los medios para consumir, por muy ilimitados que estos medios sean, y por el contrario, la alienación que ese individuo puede ser capaz de llegar a tener, sobrepasa cualquier límite comprensible, a juzgar por la evidencia, palpable hoy día en cualquier gran ciudad occidental.

Al analizar el paradigma oriental, y a pesar de que en las últimas décadas parecieran haber permutado sus propios orígenes por los del paradigma occidental, observamos que aún hoy y a pesar de las nefastas influencias de occidente, el oriental sigue conservando y transmitiendo su casi innata y sempiterna necesidad de observar el desarrollo humano, como un hecho que parte desde el interior del individuo, y que el individuo intenta resolver en su propio interior, muy alejado de los criterios occidentales.

A pesar del desastre del sistema occidental debido a sus fatales errores originados en el mismo epicentro de su paradigma (trabajar y producir más para poder ganar más con el afán de ser más poderoso y poder así imponer su voluntad al vecino; no todo está perdido, ya que surgen nuevas corrientes "redentoras" del mal, y aunque lo hacen tímidamente y bajo la desconfianza de la mayoría, ya empiezan a distinguir entre el precio y el valor real de algo, entre el coste que supone nuestro paradigma y los escasísimos y dudosos beneficios que aporta, tanto al individuo como a la sociedad.

Conceptos como el de inteligencia estratégica, son cada vez más valorados en nuestro occidente, y ya no sólo por los servicios de inteligencia de los países, normalmente a disposición y beneficio de los poderosos, sino por seres humanos independientes y libres, que han comprendido y asimilado, que la propia supervivencia no puede ni debe estar reñida con la supervivencia del vecino, ya que todo lo que afecte al vecino, más tarde o más temprano nos afectará a todos, y pasará de ser un mal de aquel individuo que nos importa poco, a ser un mal de todos nosotros.

Sin pretender entrar en discusiones bizantinas ni religiosas, debemos recordar que NO es casualidad. el hecho de que las religiones y sus predicamentos, tienen puntos en común, mucho más allá de lo que las autoridades de cada una de ellas nos ha querido dejar ver dado el egoísmo de casi todas ellas; así pues, conceptos como el de amar a nuestro prójimo como si lo hiciéramos a nosotros mismos, no son una mediocre expresión de conformismo o falta de ambición, sino una sabia decisión que, aunque olvidemos cada domingo al salir del acto religioso al que asista cada cual, tiene una vigencia ahora más que nunca.

Nuestro mundo, pervertido por el sistema imperante que todo lo contamina, nos ha querido hacer creer desde pequeños que hay que ser mejor que el vecino para poder superarle, pero resulta que al ser esta meta tan vacía de propósito y tan vana en utilidad, nos hemos vuelto vagos mentales, hemos dejado de pensar (excepto en los términos a los que nos han abocado a pensar) y hemos olvidado incluso el objetivo de superarnos a nosotros mismos, pero no como una carrera contrarreloj en la que tengamos que ganarnos a nosotros mismos, sino como una forma de vida que encierra tal riqueza y tal interés por sí misma, que el resto de metas que nos circundan parecen empequeñecerse y desaparecer.


El Ving Tsun nos ha dejado este Legado Cultural Intangible, y nos conduce al camino correcto para nuestro desarrollo.

Seguidores

Con la tecnología de Blogger.